Los archivos de redacción también importan
El 18 de julio pasado se publicó una nota en el Diario La Nación donde se narraba cómo a comienzos de la década del 2000, la periodista Astrid Pikielny logró hacerse con una serie de sobres del archivo de redacción de El Cronista Comercial y Tiempo Argentino que habían sido abandonados en un volquete (LN, 18-07-2020).
En los diversos intercambios que surgieron en las redes sociales a raíz de esta publicación, resulta llamativo que no se hiciera mención al hecho de que parte de esos fondos documentales fueron donados al Archivo General de la Nación antes de ese hallazgo. Probablemente, nadie sabía que se conservaban allí.
Este episodio ilustra algunos problemas comunes que conocemos muy bien quienes trabajamos en instituciones públicas con este tipo de archivos. En primer lugar, el estado de abandono en el que cayeron y en el que todavía se encuentran muchos de estos archivos que permanecen en manos privadas, tanto de medios cerrados como de algunos en funcionamiento. En segundo lugar, que las lógicas empresariales no reconocen en estos fondos documentales -excepto en algunos pocos y destacables casos- otro interés que el de servir a sus propios usos informativos y comerciales.
Por último, la reiterada comprobación del proceso generalizado que trajo la década del 90 y sus ansias por el formato digital, cuando varias empresas decidieron deshacerse total o parcialmente de sus archivos en soporte papel. Se trataba -en el mejor de los casos- de digitalizar y tirar (lo que recuerda significativamente a las decisiones administrativas tomadas durante el gobierno de Mauricio Macri en torno a la documentación producida por el Estado).
En ese digitalizar y tirar, perdimos y perdemos todes. Perdemos la posibilidad de reconstruir la historia de los medios, perdemos testimonios fundamentales de los sucesos pasados, perdemos la memoria de los y las trabajadoras, pierden las instituciones encargadas del resguardo de los archivos, y se pierde la posibilidad de utilizar esos documentos como garantía de derechos.
A diferencia de ese cuadro desolador que narra la periodista, importantes archivos de redacción sí pudieron ser resguardados en instituciones públicas. A pesar de la ausencia de políticas públicas en materia de archivos, de la escasez estructural de recursos de las instituciones dedicadas a esta tarea y de la falta de reconocimiento profesional por parte del Estado, las y los archivistas del Archivo General de la Nación, de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno y de otras instituciones, trabajan desde hace años en la preservación y accesibilidad de estos valiosos archivos, conscientes de su valor como parte del patrimonio documental del país.
Los archivos de redacción importan, y es necesario que el Estado desarrolle políticas públicas archivísticas para garantizar su conservación y puesta al acceso.
Asociación de Archivistas en la Función Pública Argentina (AFPA)