
¿Sabías que el Acta original de la Independencia… se perdió?
Así es: el documento firmado en 1816 por los congresales presentes en la declaración ya no existe. Su contenido se conoce hoy gracias a los archivos y al trabajo archivístico.
¿Qué pasó con el Acta?
Se firmó en el Congreso de Tucumán y luego fue enviada a Buenos Aires.
A lo largo del siglo XIX, se extravió o destruyó.
No se conoce su paradero desde hace más de 100 años.
Entonces, ¿cómo sabemos qué decía el Acta?
Gracias a las copias autenticadas enviadas a las provincias y al trabajo de conservación documental. Las copias manuscritas oficiales más antiguas que se conocen son de 1816. Una de ellas se preserva en el Archivo Histórico de Tucumán y otra en el Archivo General de la Nación.
Aquí la archivística resulta fundamental: organiza, conserva y permite acceder a documentos que, como estas copias autenticadas, dan cuenta de un acto administrativo original.
Sin Archivos, no hay derechos
El Acta de la Independencia fue una prueba de un acto soberano.
Hoy, acceder a ella, aunque sea una copia, es un derecho.
Sin archivos, no hay historia posible.
Sin el Acta original, pero con documentos que la acreditan.
La pérdida del documento original no nos quitó la independencia, pero sí nos recuerda cuán importante es conservar lo que da testimonio.
Archivística es garantía de futuro
La disciplina no es sólo técnica: es ética y compromiso social.
Hoy más que nunca, cuidar los documentos es defender los derechos, la historia y la democracia.
Los Archivos son historia, memoria y derechos.